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En nuestra tradición culinaria, siempre hay espacio para recetas que evocan momentos especiales. En este caso, queremos compartir con ustedes una receta de marisco que ha sido un deleite en mi hogar durante las festividades, especialmente en la Navidad. Esta crema de marisco es un primer plato ligero y lleno de sabor que complementa a la perfección otras delicias más contundentes, como unas carrilleras, unas albóndigas de pescado, un arroz con marisco o una caldereta.
Esta receta, transmitida a lo largo de los años en mi familia, ha sido parte fundamental de nuestras celebraciones navideñas. Aunque mi madre solía incorporar caldos especiales para intensificar los sabores, la versión que les propongo hoy es igualmente deliciosa, pero más sencilla y económica.
La crema de marisco que les presento se destaca por su simplicidad y exquisitez. La base de esta preparación son los langostinos, gambas o gambones, esos mariscos buenos, bonitos y asequibles que suelen estar de oferta en muchos supermercados durante la temporada festiva. Su frescura y calidad le proporcionan a la crema ese toque marino inconfundible.
Además de los mariscos, esta receta incorpora un equilibrio perfecto de verduras frescas y un toque de pimentón de la Vera, que eleva la crema a nuevas alturas de sabor. La combinación de ingredientes resalta la riqueza del marisco mientras aporta matices ahumados y especiados que la hacen inolvidable.
No hay mejor manera de dar inicio a una comida invernal de Navidad que con un cuenco humeante de crema de marisco. Este plato reconfortante no solo calienta el cuerpo en las noches frías, sino que también despierta los sentidos con cada cucharada. Espero que esta receta se convierta en un plato estrella en sus celebraciones, brindándoles momentos inolvidables alrededor de la mesa.
Ingredientes
- 800 g. de langostinos frescos o congelados
- 150 ml de aceite de oliva virgen extra
- 1 hoja de laurel
- 4 cebollas rojas (te dejamos un enlace desde el que podrás conseguir este producto Carrefour)
- 2 puerros grandes
- 4 zanahorias grandes
- 250 ml de brandy o coñac
- 2 litros de agua (para el fumet) o un buen caldo de pescado
- 1 cucharadita tipo postre de pimentón dulce
- 4 dientes de ajo
- Un manojo de perejil fresco
- Sal y pimienta negra recién molida
- 4 rebanadas de pan tostado
Preparación de los langostinos para la crema de marisco
Antes de empezar a preparar la crema de marisco, es esencial dedicar un momento a la preparación de los protagonistas de esta deliciosa receta: langostinos, gambas o gambones. La versatilidad de esta preparación permite elegir el marisco que mejor se adapte a tus preferencias o a la receta en cuestión.
Personalmente, tenemos una inclinación hacia los langostinos, y mi consejo es optar por aquellos que sean congelados de marcas reconocidas por su calidad. Encontrar medio kilo por menos de 10 euros es tarea sencilla, especialmente si se aprovechan las ofertas que suelen surgir en los supermercados durante esta temporada festiva.
Si decides trabajar con langostinos congelados, un truco es permitir que se descongelen completamente en la nevera el día anterior a la preparación. Este paso facilitará manipularlos con facilidad al día siguiente.
- Comencemos el proceso pelando los langostinos. Retiramos la cabeza y la cáscara que los envuelve. Prestemos especial atención a la cabeza, ya que es donde se concentra gran parte del sabor. Una rotación suave suele ser suficiente para separarla con facilidad. Reservamos estas partes, ya que desempeñarán un papel crucial en la creación de nuestro caldo sabroso.
- Desde la parte inferior del vientre, donde se encuentran las patas, retiramos con cuidado los anillos o cáscaras que cubren el cuerpo junto con las patas. No descartemos estas cáscaras, ya que serán la base de nuestro caldo que potenciará el sabor de la crema de marisco.
- Una vez pelados, es crucial eliminar el intestino, ese pequeño hilo negro en el interior. Para ello, podemos utilizar un palillo o la punta de un cuchillo. Pinchamos el extremo visible del intestino y tiramos de él. Debería salir sin dificultad, manteniendo la integridad del langostino y preservando sus jugos y sabores.
- Desechamos el intestino, ya que puede tener un sabor amargo y contener residuos indeseados. Luego, secamos cuidadosamente los langostinos y los reservamos para la fase final de la preparación: la parrilla, donde se convertirán en el complemento perfecto para nuestra crema de marisco.
- Este cuidadoso proceso de preparación asegura que cada bocado de la crema de marisco esté impregnado con la esencia pura y fresca de los langostinos, elevando el plato a nuevas alturas de exquisitez. En la siguiente sección, nos sumergiremos en la creación de la base de la crema, aprovechando al máximo cada ingrediente para ofrecer una experiencia culinaria inolvidable.
Preparación del caldo para la crema de marisco
- Comenzamos con los restos de los langostinos, esas cáscaras y cabezas llenas de promesas de sabor. En una sartén, con 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, damos vida a estos elementos. Las cabezas y cuerpos de los gambones o langostinos se sumergen en el aceite caliente, dando vueltas hasta que su color se transforma en una sinfonía de tonos vibrantes.
- La magia culinaria se intensifica al introducir el brandy en la ecuación. Un toque audaz, un destello de fuego (asegurándonos de que la campana extractora esté apagada), y un revuelo apasionado hasta que la llama se extingue. Este líquido, ahora impregnado de las esencias liberadas, se reserva como el secreto que infundirá nuestra crema con una complejidad única.
- Mientras el brandy reposa, dirigimos nuestra atención a una cazuela donde se fraguará la esencia del caldo. Pelamos y troceamos las cebollas en dos, para luego picarlas finamente en juliana. En otra danza culinaria, doramos estas joyas en una cazuela con un dedo de aceite de oliva virgen extra a fuego lento durante 5 minutos.
- Simultáneamente, las zanahorias, los puerros y los dientes de ajo se preparan para unirse a esta sinfonía. Lavados, pelados y troceados con precisión, estos elementos añaden capas de sabor y aroma a la mezcla.
- Es el momento crucial: el encuentro de todos los elementos en la cazuela. Agregamos agua hasta que cubra la mitad de la cazuela, uniendo así los restos de langostinos, el brandy, el aceite de oliva virgen extra, las cebollas, las zanahorias, los puerros, el ajo y el agua que dará vida al caldo. Una pizca de sal y pimienta negra recién molida completa esta composición, elevando cada sabor a su máxima expresión.
- Dejamos que esta mezcla de ingredientes de calidad se cocine a fuego lento durante media hora, permitiendo que los sabores se fusionen y se integren. Cuando la sinfonía culinaria alcanza su punto álgido, aplicamos la batidora para lograr una textura suave y homogénea.
- El último toque de maestría es el filtrado. Con un colador fino, retiramos cualquier rastro de cáscaras y posibles sedimentos, asegurando que nuestro caldo sea puro y lleno de sustancia. Este proceso no solo garantiza un caldo más rico, sino que también le confiere ese tono rojizo distintivo.
- Con esta atención meticulosa al detalle, hemos logrado un caldo de langostinos que será la base exquisita de nuestra crema de marisco. En el próximo segmento, nos sumergiremos en la unión de estos elementos para presentarles una creación culinaria que deslumbrará sus sentidos.
Preparación de la crema de marisco
Con el caldo de langostinos como cimiento, nos embarcamos en la fase culminante de nuestra odisea gastronómica: la preparación de la crema de marisco. Este paso no solo completa el viaje de sabores, sino que también nos lleva a un destino de deleite culinario.
- Iniciamos cortando el pan en finas rodajas, añadiéndolas con gracia a la cazuela precalentada con un toque de aceite. Removemos con cariño a temperatura media, permitiendo que el pan se dore delicadamente, desprendiendo aromas que anticipan la riqueza que está por venir.
- El momento de añadir el pimentón de la Vera ha llegado, una cucharadita de postre que, aunque no esté colmada, aportará el toque mágico. Removemos con maestría, fusionando cada ingrediente y dejando que el pimentón despliegue su encanto sutil pero impactante.
- En este punto culminante, incorporamos el caldo de marisco o fumet que cuidadosamente preparamos anteriormente. Dejamos que la mezcla hierva a fuego medio, un lapso de 10-12 minutos, guiándonos por la intuición hasta que el pan se torne suave y contribuya a espesar nuestra creación. De vez en cuando, removemos con afecto, evitando que la magia se adhiera a la cazuela.
- Como cocineros dedicados, probamos la mezcla, ajustamos la sal y, si es necesario, añadimos una pizca más de pimienta. Ahora, el último acto: la trituración. Transformamos esta mezcla fragante en una textura cremosa, y para aquellos que buscan la perfección, opcionalmente pasamos la crema por un colador.
- Con esta meticulosa preparación, nuestra crema de marisco adquiere vida, lista para ser servida en todo su esplendor. Un plato caliente, reconfortante y lleno de matices que deleitará los paladares más exigentes. Esta creación, fruto de dedicación y cuidado, no solo cumple con los estándares culinarios, sino que eleva el concepto de sabor a nuevas alturas.
Cocinar los langostinos y emplatado
- En esta fase nos adentramos en el último acto: cocinar los langostinos a la plancha y presentar nuestra crema de marisco de manera magistral. Este paso no solo añade un toque visualmente impresionante, sino que también eleva la experiencia gastronómica a nuevas alturas.
- Con la sartén debidamente pincelada con aceite de oliva virgen extra y lista para su actuación, damos paso a los langostinos que habíamos reservado. El humo aromático se eleva mientras los langostinos, gambas o gambones encuentran su lugar en la sartén caliente. La danza en la plancha dura apenas un minuto y medio, un tiempo preciso para que adquieran un tono rosado sin perder su jugosidad. La clave está en cocinarlos con maestría, ofreciendo una explosión de sabores en cada bocado.
- Para este banquete diseñado para seis comensales, los langostinos que hemos preparado deben ser más que suficientes. Seleccionamos un plato hondo o un cuenco, un lienzo en blanco para nuestra creación culinaria. En este punto crucial, añadimos con gracia 1 o 2 cucharadas generosas de la crema que hemos cuidadosamente mantenido caliente, rodeándola con los langostinos que han alcanzado su punto de perfección.
- Antes de dar la señal para disfrutar, esparcimos sobre esta obra maestra gastronómica perejil fresco finamente picado. Este toque verde no solo agrega un frescor visual, sino que también amplifica la paleta de sabores. El plato está completo, listo para llevar a la mesa y deleitar a los comensales con una experiencia que va más allá de lo ordinario.
- Y así, con cada elemento en su lugar, damos inicio al festín. La crema de marisco, coronada con langostinos jugosos y resplandeciente con el verde del perejil, se convierte en la estrella de la velada. Este es el culmen de nuestra travesía culinaria, donde cada bocado es una sinfonía de sabores cuidadosamente orquestados.
Gracias por tu tiempo y atención. Desde recetas al punto, esperamos que te sirva este artículo para elegir la freidora que mejor se ajuste a lo que necesitas. Si te gusta nuestro contenido, no olvides pasarte para ver las nuevas recetas que vayamos publicando. Te dejaremos acceder pulsando aquí, a nuestra receta Vichyssoise. Un saludo.